De cara a un nuevo aniversario por el último golpe de Estado cívico militar, la vicepresidenta Victoria Villarruel lanzó un duro mensaje contra los organismos de derechos humanos y espacios políticos que exigen memoria, verdad y justicia y arremetió: «Existe un morbo con el 24 de marzo». En esa línea, bregó por la «memoria completa» y aseveró: «Los derechos humanos son también para los argentinos del hoy. Estamos en un estado democrático, si la izquierda quiere festejar el golpe, allá ellos. Yo no lo festejo».
En una entrevista con TN, la presidenta del Senado se refirió a la marcha que se llevará a cabo el 24 de marzo en el Día de la Memoria y disparó: «Claramente hay un morbo con esa fecha, parece que a la izquierda se le va la vida si el 24 de marzo no logran que se escuche su mensaje ininterrumpido de hace 40 años».
Ante la pregunta sobre los rumores de un posible indulto a genocidas condenados, la titular de la Cámara alta enfatizó que «no le consta» que se esté hablando «seriamente en el gobierno» de ese tema. «La solución a la cuestión de aquellos que están detenidos por causas de lesa humanidad no es el indulto ni la amnistía, una solución jurídica: el derecho no dice lo que se interpretó».
Con respecto a la denuncia de H.I.J.O.S en referencia al abuso y violencia con tintes políticos sufridos por una de sus militantes, la referente de La Libertad Avanza pidió que se expida la justicia y comparó el tema con el caso de Santiago Maldonado: «Durante varios años estuvieron hablando de Santiago Maldonado o Julio López y estaban ellos en el poder y nunca llegaron a la verdad. O cuando la verdad finalmente se supo no les gustó, entonces?».
«Hay que cortarla con el relato que hace la izquierda«, sentenció Villarruel.
Durante la entrevista que brindó a Jonatan Viale, la vicepresidenta exhibió las numerosas diferencias que mantiene con el Presidente y, al mismo tiempo, cinceló el perfil de una dirigente de derecha que busca representar algo distinto que Milei dentro del espectro ideológico que expresa La Libertad Avanza. «Yo no soy una libertuda», dicen que dijo alguna vez.
Mientras algunos funcionarios se comen los mocos al primer chasquido del látigo tuitero oficialista, Villarruel dejó claro que no integra las filas del libertarismo sumiso y cerró este jueves una semana furiosa con un contrataque inequívoco. Tras el bombardeo troll y el comunicado presidencial en su contra por la sesión del Senado que derivó en el rechazo al DNU, la vice posteó el jueves de la semana pasada un video para jurar lealtad a Milei.
El entorno presidencial recogió el gesto amistoso y buscó apagar el fuego de la discordia con dos operaciones mediáticas: la foto conjunta en el acto del lunes por un nuevo aniversario del atentado a la Embajada de Israel y, horas después, el chichoneo en las redes sociales para sobreactuar la pax armada. Alguien en la cima del poder entendió que salía cara la pelea con la titular de la Cámara alta.
Entonces, cuando parecía que la interna estaba bajo control, Villarruel desplegó en el prime time todo su repertorio para plantarse ya no como compañera de fórmula, sino como la contraparte de una sociedad a la que viene a sumarle un capital diferente al que aporta el minarquista.
A diferencia del Presidente, que dibuja victorias imaginarias en las hojas arrugadas de cada tropezón, Villarruel admitió en TN que quería tener bajo su ala las áreas de Defensa y Seguridad, pero que Milei no la dejó. “El Presidente decidió que no y yo lo respeté. Obviamente, no me agradó«, contó.
Negacionista a tiempo completo, aprovechó la volada para mostrar su desacuerdo con la iniciativa de meter a las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad interior que impulsan Patricia Bullrich y Luis Petri, la dupla ministerial que le birló los fierros. “La función de las Fuerzas Armadas no es combatir a los civiles; creo que había quedado claro con el tema de los ‘70. En los ‘70 se combatió al terrorismo. ¿Dónde están los que lo combatieron? Presos”, lanzó, en un 2×1 de amplio espectro.
Diferencias con Javier Milei
Sin pudor a mostrar que quedó en offside, también reconoció que se enteró “por los medios” de la postulación del juez federal Ariel Lijo para la Corte Suprema y dijo que no le gustó cómo actuó el magistrado en la causa por el asesinato del sindicalista José Ignacio Rucci en 1973. A pesar de su disgusto, se hizo cargo de que debe «facilitar que la propuesta llegue a buen puerto (en el Senado)».
Hasta se dio el lujo de correr por izquierda la candidatura propuesta por el Presidente. «Dado que era una banca de una mujer, me hubiese gustado una mujer, una catedrática, una jueza. Hay mujeres que son muy eficientes», fingió un feminismo hipócrita que le hinchó la vena del cuello a la platea verde.
Villarruel defendió, además, el aumento de las dietas legislativas. No sorprende, ya que su firma las habilitó en la Cámara alta. Lo disruptivo en la narrativa libertaria es su discurso respetuoso hacia el Senado, fase superior de la casta.
“Un legislador no solamente modifica, deroga o promueve leyes, es la persona que representa a las provincias y al pueblo argentino. Tienen que ser retribuidos de forma digna. ¿Qué significa eso? Que, si no reciben un sueldo digno para la importantísima tarea que le delegamos los argentinos, solo van a poder legislar los ricos, los corruptos, los narcos o los que tengan sponsors atrás”, disparó a varias puntas.
También volvió al inicio de la conflagración con Milei de estos días y bancó el tratamiento del DNU que fue rechazado en el Senado. «Acá estaba en juego la institucionalidad. Yo no puedo hacer lo que se me canta con esta casa. Esto no es un reino«, dijo, polisémica.
Como si fuera poco, cuestionó la motosierra, emblema de la campaña y de la gestión violeta, con una mención crítica que pareció aludir a la situación a la que el Gobierno somete desde hace semanas a la agencia de noticias Télam. “Si venís con la motosierra y le das, le das y después te comés un montón de juicios laborales y tenés que pagar 700 indemnizaciones en el fuero laboral, perdón, pero terminás mal», razonó.