Tal lo esperado, la desigualdad dio un fuerte salto en el segundo trimestre: el índice Gini se disparó a niveles que no se veían desde lo peor de la cuarentena del 2020 y, antes de eso, desde el 2010. La inflación impactó mucho más de lleno en los sectores de la población de menores ingresos, y de hecho las canastas básicas subieron algo por encima de IPC. El 10% más rico de la sociedad, además, se vio beneficiado por la baja de Ganancias, que seguía vigente en la primera mitad del año. Así, ese 10% pasó a ganar 19 veces más que el 10% más pobre, cuando hace un año ganaba “solo” 16 veces más.
El Gini mide la desigualdad de ingresos dentro de una población, de manera tal que, si el índice llega a uno, entonces toda la producción de ese grupo se la está llevando una sola persona, y de forma tal que si llega a cero, entonces al ingreso se lo está repartiendo de manera perfectamente equitativa. En el segundo trimestre el indicador llegó a 0,436, es decir por encima del 0,417 que se había observado en el segundo trimestre del 2023.
Se trató además del máximo nivel desde el mismo período del 2020, cuando llegó a 0,451. Fuera de ese momento extraordinario en el que el ingreso se desplomó en forma repentina por el cierre abrupto, con un impacto más contundente en los trabajos informales, hace falta remontarse hasta 2010 para ver una situación similar, con el índice en 0,460, aunque, en ese entonces, a diferencia de ahora, venía en dirección descendente.
Pero eso no fue todo. Los números, que fueron publicados por el Indec a través del informe Evolución de la distribución del ingreso, realizado en base a los datos de la EPH y correspondiente al segundo trimestre de 2024, también mostraron que la brecha entre los ingresos promedio del 10% más pobre y el 10% más rico marcó que los segundos ganaron 19 veces más que los primeros, también un número insólito, excepto por lo ocurrido en el 2020, cuando había llegado a 25 veces en forma temporal. Un año más tarde volvió a 20 veces y, luego, en 2022 y 2023 se mantuvo en 16 veces.
El economista de Fundar, Daniel Schteingart, explicó el fenómeno: “El poder adquisitivo de la población argentina cayó en promedio 12,4% entre los segundos trimestres de 2023 y 2024. La caída más profunda se dio en el 10% más pobre (baja del 16,8%). En el 10% de mayores ingresos la caída fue más atenuada (caída del 5,1%). La baja de impuesto a las ganancias (todavía vigente por entonces) posiblemente explique eso”.
Los informes de distribución del ingreso del Indec suelen mostrar datos extraños, que surgen del dificultoso camino que viene enfrentando la economía desde el 2011, aunque eso empeoró en el último año, tal lo que mostraron los números. Por caso, en el segundo trimestre del año, una persona que ganó $800.000 se pudo considerar pobre y de clase alta en paralelo. Luchó y perdió con la pobreza al mismo tiempo que perteneció al estrato social alto, tal la calificación del Indec. Con un sueldo de $800.000 le alcanzó para estar en el segundo decil más alto de la sociedad y al mismo tiempo para quedar por debajo de la línea de pobreza de un hogar tipo, que fue de $900.000 en julio.