En Wall Street, aparecieron las primeras dudas sobre la sostenibilidad real del plan Caputo. La falta de confirmación de la llegada de dólares a la Argentina pone un manto de incertidumbre sobre el futuro próximo.
Así parecen reflejar las cotizaciones de los bonos de la deuda pública, que se estacionaron en torno a los u$s60 desde hace varias semanas.
El FMI ya confirmó en público que no piensa en financiamiento adicional hacia el país. Tampoco hay noticias de la liquidez que, en teoría, Caputo traería de inversores asiáticos, y que el propio Milei mencionó en un par de entrevistas con medios internacionales.
Sin esos dólares a la vista, ahora el Gobierno se juega a dar señales concretas para mejorar el perfil inversor de la economía.
El primer dato tiene que ver con el frente fiscal, el más ordenado, aun cuando el propio oficialismo ya adelantó que se vienen meses de leve corrección a la espera de la recuperación de la actividad.
Lo segundo ya depende de las próximas señales de la política: en concreto, la aprobación de la Ley de Bases. Y, en particular, la luz verde del RIGI, el régimen de inversiones que el Gobierno le ofrece a las grandes empresas para invertir en proyectos energéticos.
En tercer lugar, el blanqueo: sin la posibilidad de los dólares de inversores extranjeros, Caputo cree que esta nueva chance para quienes en su momento evadieron sus compromisos con el fisco podrá acercar capitales.
La última posibilidad, más o menos a mano con la que Milei se ilusiona que aparezcan en algún momento, son los dólares que los argentinos guardan en el «colchón». El Presidente ya explicó que, ante el apretón monetario, cuando la economía necesite más dinero para moverse, ese «canuto» va a aparecer.
La rebaja de impuestos
La idea de que la economía sea traccionada por los propios dólares de los argentinos fue relanzada por el Presidente antes del fin de semana, durante su paso por España.
Milei no está dispuesto ni a flexibilizar el apretón monetario ni a liberar el cepo en el corto plazo, algo que podría jugar en contra de esas expectativas optimistas.
Al contrario, por ahora se muestra aferrado a seguir con el impuesto PAIS, que es el que sostiene el equilibrio de las cuentas públicas. Todo el crecimiento en la recaudación de ese tributo explica el ordenamiento fiscal.
No hace falta ahondar demasiado en explicar que el PAIS es un impuesto distorsivo que le quita total competitividad a la economía, al encarecer un 17,5% todas las importaciones.